sábado, 20 de febrero de 2010

¿Que es la Psicopedagogía?

PSICOQUÉ?
por Carlos Pajuelo

“¿Psico qué?”, esa es la pregunta que más veces habéis contestado en estos últimos dos años a los asombrados rostros de vuestros padres, amigos, vecinos que de forma incrédula asentían ante vuestras explicaciones. Pero me temo que todavía seguiréis, durante mucho tiempo, teniendo que contestar a esta pregunta sólo que en su variante “¿y eso para qué sirve?”.

Yo a mi padre le di un enorme disgusto el día que le anuncie que quería estudiar Psicología. Recuerdo que una tarde me cogió por los hombros y me dijo: “Carlos, tus hermanos estudian medicina, los médicos tienen un trabajo muy bonito, ayudan a las personas, son respetados socialmente, y además ganan dinero. Y dime, ¿para qué sirve un psicólogo de los....”? yo en ese momento, a falta de argumentos, le miré y le dije preguntando “¿para ser feliz?...” feliz, feliz “se fue murmurando mientras daba un portacito... y desde el pasillo me gritó: “felices son los idiotas”.

Me vais a permitir que como padrino vuestro, asuma el deber de un buen padrino que consiste en haceros un regalo. ¿Y qué se le regala a una promoción? me he estado preguntando esta mañana. Fui al Corte Inglés a la sección de promociones pero sólo había vajillas de Santa Clara, y tres botes de colacao sal precio de dos, así que desdeñada la idea de un regalo material, me vino como una revelación, una voz por el pasillo de mi casa que me decía “papá para que sirve un psicopedagogo”... mi hijo Arturo me dio la idea, esto es lo que les voy a regalar a mis alumnos, lo que yo creo, lo que pienso, lo que siento y lo que contesto cuando alguien me pregunta ¿para qué sirve un psicopedagogo?

“Para cinco cosas fundamentales...” digo seriamente mirando los ojos de mi indocumentado preguntón a la vez que levanto mi mano abierta enérgicamente mostrando los 5 dedos.

La primera, y entonces muestro el dedo índice, la psicopedagogía te hace más inteligente (que no más listo) porque te enseña lo poco que sabes, te enseña a saborear cada una de las cosas que vas aprendiendo y al aprender disfrutas con lo nuevamente adquirido y te sorprendes de todo lo que aún te falta por aprender. El trabajo de psicopedagogo discurre por un camino en el que la búsqueda de respuestas, la formulación de hipótesis, el descubrimiento de nuevas vías se constituyen en las herramientas más adecuadas para recorrer ese apasionante camino que nunca tiene fin. Si disfrutamos de lo que aprendemos podremos contagiar ese entusiasmo a los demás, tanto a los que enseñan como a los que aprenden.

La segunda, y entonces levanto los dedos índice y corazón, la psicopedagogía te hace más alto, porque te ayuda a crecer personalmente, el trabajo de psicopedagogo te enseña a responsabilizarte de tu propia vida: la personal y la profesional; porque el trabajo en la escuela, nuestra oficina de trabajo, que es un espacio en el que podemos comprobar como muchas de las tensiones que se producen en ella no son más que el reflejo de la incapacidad, del miedo, a responsabilizarnos que presentamos los seres humanos. Y cuando asumimos nuestra responsabilidad, laboral y personal, mostramos a los demás que el error es sólo una faceta más de nuestra vida.

La tercera, y se iza el dedo anular junto a los anteriores, la psicopedagogía mejora nuestra capacidad para comunicarnos, nos da la posibilidad de poder entender a los demás, de entender a los alumnos que sufren por el fracaso académico y personal, de entender a los padres que sufren por el fracaso propio o el ajeno, de entender a los maestros y maestras que sufren por los fracasos propios y ajenos. Y cuando uno es capaz de percibir en si mismo el sentimiento ajeno, ese día se aprende que para comunicarse no son necesarias todas las palabras.

La cuarta, y se añade a los dedos anteriores el meñique, la psicopedagogía te dota de sentido del humor. Sentido del humor necesario para poder desmitificar la cantidad de teorías, ideas, filosofías, que a menudo nos hacen comportarnos profesional y personalmente de forma estrecha. Sentido del humor para poder reírnos de nosotros mismos, para poder poner en duda no sólo las creencias de los demás sino también nuestras propias creencias. La psicopedagogía nos enseña a reír, y saber reír es una buena ayuda para vivir.

La quinta, y entonces la mano se abre totalmente, la psicopedagogía te hace tener una profesión, una forma “honrada” de ganarse el sustento. Un sueldo. Y esto es importante, nuestro trabajo va más allá de la vocación, de la solidaridad, de la entrega o del altruismo.... nuestro trabajo exige profesionalidad, conocimientos, pericia.

Y cuando cierro la mano, vuelvo a mirar a los ojos y le añado... “además sirve, a menudo, para sentirme feliz, con la sencilla, e ilimitada felicidad de los idiotas”.

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