NIÑOS QUE VIVEN
EN LA LUNA
Se les acusa de vivir en la luna, de ser seres pasivos, tranquilos, tanto que pueden pasar inadvertidos ante los ojos de sus profesores. Menores que no llaman la atención, que no se portan mal, pero que con la mirada siempre perdida y su mente a años luz de lo que ocurre en su entorno, están lejos de poder obedecer y seguir las instrucciones que se les plantean.
Ésas son algunas de las características de los niños hipoactivos. Menores que lejos de captar la atención por sus maldades o su inquietud, parecen no manifestarse, no comprender o, en ocasiones, no querer participar de lo que hay a su alrededor. Niños, ante los cuales los padres deben estar atentos, porque su pasividad puede esconder algún problema que requiera de ayuda médica.
Niños "En Otra"
En tiempos en donde los niños inquietos y los tratamientos para calmarlos e incorporarlos con normalidad a su rutina, son el pan de cada día, los menores tranquilos parecen ser un regalo. Un regalo, porque no molestan, no requieren de tanto tiempo como los demás, porque pasan casi inadvertidos. Sin embargo, estas actitudes pueden esconder un problema mayor que se debe tratar.
Es así como diametralmente distintos la hiperactividad, la pasividad puede ser también un síntoma de déficit atencional. Esto, porque según estudios internacionales, no todos los menores que presentan este mal suelen manifestarlo con hiperactividad, ya que se estima que un 50% lo presenta a través de la falta de motivación para realizar sus actividades.
Así lo afirma el neurólogo infantil del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Yuri Dragnic, quien sostiene que “dentro del déficit atencional se describen dos subtipos: el hiperactivo impulsivo, que suele ser más fácilmente reconocido, y aquel llamado inactivo o hipoactivo en el cual el bajo nivel de actividad asociado a una labilidad atencional manifiesta pueden ser los síntomas que llamen la atención de padres o profesores de los menores afectados”.
El profesional advierte que este subtipo suele ser menos diagnosticado al no ser reconocido oportunamente. Asimismo, es un síntoma que se manifiesta con mayor frecuencia en las niñitas.
De acuerdo al especialista, un elemento clave es diferenciar si la hipoactividad es adquirida, es decir, aquel menor que en forma súbita o progresiva disminuye su nivel de actividad, porque puede esconder otras causas, y en ese caso “resulta imprescindible la consulta con su pediatra para descartar causas médicas que requieran un diagnóstico o tratamiento oportuno” o es una hipoactividad que arrastra desde hace mucho tiempo”.
“La Expresión de Otras Enfermedades”
No obstante, el neurólogo afirma que lo importante es que los padres no se alarmen ante signos de inactividad, ya que se deben estudiar muy bien, las causas, el origen, desde cuándo y en qué ocasiones se presenta.
Opinión coincidente manifiesta la psiquiatra del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Muriel Halpern, “pueden ser niños de temperamento más tranquilo, no necesariamente se debe clasificar en patología. Por lo mismo, si se va a evaluar cuáles son las conductas y actitudes que presenta, debe hacerse en diferentes contextos para ver si es algo estable en el tiempo o se da en algunos contextos en particular”.
Respecto a los tratamientos ante la presencia de hipoactividad, el neurólogo indica que “en primer lugar se requiere descartar la presencia de otros factores que puedan ser responsables de que un niño sea hipoactivo. Por ejemplo, se debe evaluar la audición, visión, nivel cognitivo, condición neurológica integral, además, de evaluación pediátrica general”.
Por último, Dragnic sentencia “si el diagnóstico final es un déficit atencional inactivo o hipoactivo, se debe plantear una prueba terapéutica con metilfenidato. Además, de corregir aquellos otros factores que de esta condición pudieran presentarse”.
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